Saber usar un paraguas requiere de verdadera maestría. Hay que estar atentos a los cambios del viento y anticiparlos. También la intensidad la lluvia es un factor a considerar, además de los espacios por donde se camina. A veces, por más que uno se enfurece, algunas gotas logran resbalar por tu rostro. La lluvia arrecia y el viento se arremolina enseñándose contra uno. Entonces, el paraguas se vuelve frágil, inútil, y lo dejas ir, como el recuerdo de una mala noche, y en cambio miras al cielo y agradeces que la lluvia se lleve también tu pena
Me gusto el cuento es para niños de 5, 10 años
ResponderEliminargracias Santiago
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